miércoles, 1 de junio de 2011

Posible vía para la recuperación de la vista en casos de ceguera por retinitis pigmentosa

Muchas personas invidentes perdieron la vista debido a la retinitis pigmentosa, una enfermedad que destruye las células sensibles a la luz en la retina. Por ejemplo, del millón de invidentes que hay en Estados Unidos, alrededor de 100.000 perdieron la vista por culpa de esa enfermedad.

Actualmente no hay cura para la retinitis pigmentosa, pero los científicos están trabajando en posibles modos de restaurar la visión mediante la estrategia de hacer que otras células de la retina que no fueron destruidas por la enfermedad se vuelvan sensibles a la luz.

En un nuevo estudio ejecutado en ratones ciegos, unos investigadores de la Universidad del Sur de California han utilizado tecnología desarrollada por un consorcio de instituciones, incluyendo al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), para hacer precisamente eso. Induciendo sensibilidad a la luz en otras células de la retina, han conseguido restablecer suficiente visión en los ratones como para permitirles desplazarse por un laberinto.

La clave es una tecnología llamada optogenética, uno de cuyos pioneros es Ed Boyden del MIT.

El estudio, dirigido por Alan Horsager del Instituto de Medicina Genética dependiente de la Universidad del Sur de California, ofrece la esperanza de que la optogenética pueda acabar siendo utilizada para restaurar la vista en los humanos.

Usar optogenética para restaurar la vista en esos casos implica manipular genéticamente otros tipos de células para hacer que reaccionen a la luz. El modo de lograrlo suele pasar por agregar genes que codifican las proteínas llamadas canalrodopsinas.

Boyden admite que él y sus colegas no saben con certeza lo que los animales del experimento están viendo, pero también subraya que los resultados de este estudio indican que los ratones pueden hacer un uso cognitivo de la información visual que han pasado a poder captar gracias a la adaptación de otras células de la retina.
 
 
                                                        ALBA MORALES MARTIN

Los factores insospechados que para las mujeres hacen atractivo a un rostro masculino

¿Qué hace atractivo a un rostro? La mayoría de los estudios han encontrado que nos atraen los rostros "promedio", así como aquellos cuyos rasgos son los convencionales de uno u otro sexo, o en otras palabras la "masculinidad" en los hombres y la "feminidad" en las mujeres.

Los psicólogos Christopher P. Said de la Universidad de Nueva York y Alexander Todorov de la Universidad de Princeton sospechaban que el atractivo físico es un fenómeno más complejo que la mera suma de esas dos cualidades. Así que diseñaron un modelo digital para desentrañar los entresijos del atractivo físico.

Para su estudio, Said y Todorov usaron una especie de "mapa" digital para rostros que les permitió comprobar no sólo dos factores, como se había hecho en los estudios previos, sino 50. Clasificaron esos 50 factores en dos grandes categorías: la de forma, para rasgos tales como el tamaño de la nariz o el grosor de los labios, y la de reflectancia, para rasgos como la intensidad del color rojo de los labios, o la de la sombra alrededor de los ojos, con el fin de comprobar cómo esas cualidades se relacionan con las características que definen a un rostro atractivo de uno y otro sexo.

Los psicólogos crearon luego un software que procesó miles de rostros y sus puntuaciones según su atractivo adjudicadas por 20 estudiantes del sexo masculino y 20 del femenino, quienes clasificaron rostros del sexo opuesto. El software aprendió a asociar cada aspecto del rostro con el grado de atractivo físico. También logró ser capaz de determinar cuánto debería cambiar un rostro, y en qué aspecto, para ser más atractivo.

Cuando Said y Todorov sometieron rostros generados por ordenador al "ojo" crítico del programa, los resultados revelaron nuevas sutilezas.

Los hombres quieren normalmente que los rostros femeninos tengan una forma y una reflectancia femeninas. Sin embargo, resulta que las mujeres quieren que los rostros masculinos tengan una reflectancia masculina, pero una forma femenina.
 
 
                                                             ALBA MORALES MARTIN

Ordenador enrollable

Se ha completado el desarrollo del prototipo de un singular aparato flexible que es una combinación de iPhone y miniordenador. Su nombre, PaperPhone, deriva de la gran flexibilidad física de su pantalla, enrollable, hasta cierto punto, como si fuera una libreta de papel.

El PaperPhone hace todo lo que hace un teléfono inteligente, como almacenar libros, reproducir música o hacer llamadas telefónicas. Pero su pantalla (lo más voluminoso del aparato) es flexible y usa tinta electrónica.


La flexibilidad de la pantalla hace que sea mucho más fácil de transportar por el usuario que cualquier otro aparato portátil comparable de la actualidad, ya que se amolda con facilidad al espacio disponible dentro de un bolsillo.


Este llamativo dispositivo, desarrollado por el equipo de Roel Vertegaal del HML (Human Media Lab), de la Queen’s University en Canadá, es el primer ordenador de su tipo. Es muy ligero, flexible y delgado. No consume energía cuando nadie está interactuando con él.


Este ordenador tiene la apariencia de una pequeña hoja de papel interactivo. También lo parece al tacto, e incluso por la manera en que se le debe manejar. Para interactuar con él, se le puede flexionar por el sitio de interés. Por ejemplo, para cambiar de páginas, basta con doblar la esquina de la página, como se hace cuando pasamos a la siguiente página en un libro de papel auténtico. También es posible escribir en él a mano, como se haría usando bolígrafo y papel verdaderos.



Por si fuera poco, estos singulares ordenadores se pueden apilar como papel, de modo que en una oficina se les podría tratar físicamente de un modo no muy distinto a como hoy se trata a cualquier legajo de papeles, y al mismo tiempo aprovechar las ventajas que, como ordenadores, poseen.
 
                                                        ALBA MORALES MARTIN

El Endeavour se posa en la Tierra

El transbordador Endeavour aterrizó el 1 de junio en su pista de Florida, cerrando así una larguísima carrera de éxitos espaciales. Ya sólo queda un vuelo de la lanzadera espacial antes de que el programa finalice definitivamente.

Las últimas horas de los astronautas del Endeavour en órbita fueron plácidas, liberados de la habitual tarea de revisión del escudo térmico con la pértiga OBSS, que en esta ocasión se efectuó cuando la nave aún se encontraba unida a la estación espacial.

Después de separarse de esta última, y de rodearla y ensayar una aproximación mediante la tecnología STORRM, el vehículo se separó de forma definitiva bajo los mandos del comandante Kelly. Los sensores del sistema STORRM mantuvieron un seguimiento de la posición del complejo orbital hasta que la distancia se hizo demasiado grande y se perdió el contacto. Todos los astronautas del Endeavour dedicaron al menos cuatro horas a trabajar con esta tecnología que en el futuro facilitará la fase de encuentro de astronaves como la Orión.

Así, mientras a bordo de la estación ISS se realineaban los horarios y se descansaba, en la Tierra se preparaba ya el retorno a casa del transbordador. Su vuelo 25 y último, de los cuales 12 han ido a la ISS y uno a la desaparecida Mir rusa, debía concluir con el mismo éxito que había protagonizado toda la misión.

El último día de estancia orbital estuvo dedicado a preparar el vehículo para el descenso y a realizar varias entrevistas con diversos medios estadounidenses. Se comprobó el estado del sistema de control de vuelo y de los motores auxiliares, mientras se guardaban en lugar seguro varios elementos que no se usarían más en la cabina. Los astronautas también realizaron ejercicio y revisaron su sistema visual, además de recibir indicaciones sobre la maniobra de reentrada. Se hizo asimismo el experimento RAMBO 2, consistente en encender uno de los motores OMS para entender mejor el comportamiento de los gases expulsados al espacio.

Para acabar el día, los seis tripulantes hablaron del Endeavour y su historia, y plegaron la antena de banda Ku, finalizando las transmisiones de TV desde la astronave.

Después de su último período de sueño, los astronautas fueron despertados por la canción ganadora en el concurso Original Song Contest, al cual se presentaron 1.350 temas. Titulada “Sunrise Number 1”, estuvo interpretada por Stormy Mondays, una banda española.

Tras el desayuno, la tripulación inició los preparativos finales para el descenso. Cerraron las compuertas de la bodega y recibieron la luz verde desde Houston para el regreso. Frenando su marcha en órbita mediante el sistema de propulsión de la nave, el Endeavour se dirigió hacia la atmósfera, comenzando la reentrada y el planeo hacia la pista número 15 del centro espacial Kennedy.
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El aterrizaje del Endeavour. (Foto: NASA/Bill Ingalls)
El transbordador se posó sin dificultades en la oscuridad de la noche de Florida, a las 06:35 UTC del 1 de junio. Finalizaba así la vida útil del Endeavour, habiendo acumulado 299 días en el espacio a lo largo de casi 20 años y 4.671 vueltas a la Tierra. El más joven de los vehículos del sistema STS recibió la bienvenida del administrador de la NASA Charles Bolden.

La misión STS-134 ha sido escenario de varios récords. Ha dejado en 1.002 horas y 37 minutos el tiempo pasado por los astronautas del Space Shuttle en el exterior de la estación espacial (159 salidas extravehiculares, 164 a lo largo de todo el programa), y ha permitido que Fincke se convierta en el astronauta estadounidense con más tiempo transcurrido en el espacio: 382 días.

La misión STS-135, última de la serie, despegará si todo va bien el 8 de julio. El transbordador Atlantis fue enviado a la rampa de despegue 39A mientras su compañero Endeavour estaba regresando a la Tierra. Dado que no hay posibilidad de un posterior vuelo de rescate, en caso de que algo salga mal, sólo cuatro veteranos astronautas viajarán en él: el comandante Chris Ferguson, el piloto Doug Hurley, y los especialistas de misión Sandy Magnus y Rex Walheim. Durante 12 días, llevarán suministros y recambios para la estación espacial, así como tecnología para probar la recarga de combustible en satélites de forma robótica, aunque no hayan sido diseñados para ello.



                                        ALBA MORALES MARTIN